jueves, 26 de noviembre de 2009

Vera

Ya lo venían anunciando las previsiones meteorológicas desde hacía días: a partir del domingo, lluvia generalizada en todo el sudeste peninsular. Y no se equivocaron. Llegamos a Vera, procedentes de Barcelona, bien entrada la madrugada bajo una lluvia torrencial. Y, como era de esperar, amaneció de la misma guisa.

Desayunamos y partimos para el sorteo con la convicción de que la corrida se iba a suspender. El ruedo estaba cubierto de agua y seguía lloviendo. Pasamos a la zona de corrales y allí esperamos un rato a que apoderados, cuadrillas y autoridad tomaran una decisión. Poco antes de las 12 a.m., como era de esperar, se acordó la suspensión.

En ese momento, mi labor se centra en avisar al torero y, luego, elaborar una lista de gastos para pasársela a la empresa: Gasolina, hotel, comidas, sueldo del mozo de espadas, del “ayuda” del mozo de espadas y de los chóferes. Banderilleros, picadores y torero no cobran por suspensión. La idea sería que, éste último, si bien no va a percibir honorarios, al menos cubra gastos.

Una vez finalizado todo este trámite, regresamos al hotel y ahí surge el siguiente dilema: tenemos un día por medio y luego un festival en Alquerías (Castellón). ¿Qué hacer? ¿Regresar a Madrid y volver a salir nuevamente de viaje al día siguiente por la tarde con idea de llegar a dormir a Villarreal – a pocos kilómetros de Alquerías -, o quedarnos en Vera y partir tranquilamente a la mañana siguiente? Teniendo en cuenta que a Madrid desde donde estamos hay algo más de 4 horas, que al día siguiente serían otras tantas y que, además, algunos miembros de la cuadrilla vienen de otras ciudades – Jaén, Sevilla o Cáceres -, el sentido común y la logística nos dicen que lo más apropiado es quedarnos en Vera y partir para Castellón al día siguiente después de desayunar. La misma cuestión se le plantea a la cuadrilla de Manzanares – con la diferencia de que ellos suelen salir desde Sevilla -, que también decide hacer lo propio. Cierto que a estas alturas de la temporada – como sugiere alguien - se agradece pasar por casa aunque sólo sean unas horas…pero, ¿desde cuándo practicidad y sentimientos han ido de la mano?

No para de llover y el día en el hotel – un pequeño vergel con campo de golf en medio de la árida Almería – se hace largo y tedioso. Unos ven la televisión – es domingo por la tarde y hay mucho deporte -, otros conversan, otros juegan a las cartas… Me recuerda un poco al ambiente que se vive en los hoteles de América, en que se pasan muchas horas de convivencia con otras cuadrillas sin apenas pisar la calle.

Y en eso nos sorprende la noche. Cenamos en la cafetería con los de Manzanares y luego nos quedamos conversando plácidamente con el maestro Curro Vázquez; deleitándonos con sus anécdotas, con sus experiencias, con su sabiduría vital…hasta poco después de la media noche. Afuera sigue lloviendo y las previsiones son que hasta el miércoles, por lo menos, no cambie el tiempo. Ya veremos. Ahora toca dormir, que mañana será otro día.

martes, 24 de noviembre de 2009

Tríptico de Barcelona (y IV): Epílogo con postdata

Llegó la fecha y, como todo en esta vida, pasó. Un día “complicado”, lleno de recuerdos y emociones como sólo esta profesión te puede aportar. Según los entendidos, salieron 2 toros muy buenos, 2 buenos y 2 malos. Quiso el azar que los 2 malos cayeran en el mismo lote y le tocaran a nuestro torero. Una pena. Ese día todo el mundo hacía fuerza para que le embistiera un toro. Me consta que sus 2 compañeros de terna también. Todos sabían el esfuerzo que hacía toreando esa tarde – nunca antes había querido torear en esa fecha - demasiadas emociones -, este año sí, como homenaje -, pero no pudo ser. De todas formas, sus ganas, su actitud y el gesto que tuvo, quedarán ya para siempre en el recuerdo.

Llegamos al hotel y se ducha contrariado. Le duele muchísimo la cabeza, lleva días sin apenas dormir ni comer. Pide algo para aliviar el dolor y se marcha dirección sur, camino de otra plaza…


PD: El toreo está lleno de personajes interesantes como el que nos ofrece este artículo que os invito a que leáis. No comparto su pesimismo – serán cosas de la edad - pero sí le alabo el gusto. ¡Disfrutadlo!

http://www.elpais.com/articulo/cataluna/nena/torera/elpepiespcat/20090704elpcat_13/Tes

Tríptico de Barcelona III: A porta gayola

Tercer toro de la tarde, el torero que no ha comido se ajusta la montera, coge el capote, clava la mirada en la puerta de chiqueros y se dirige hacia allí con paso firme. La gente entiende el gesto, esto era algo muy común en ese torero de otra época por el que hoy se ha guardado un minuto de silencio, una especie de carta de presentación suya. Una nueva ovación va naciendo mientras el torero que no ha comido avanza decidido, dibujando una línea recta sobre la arena, sin atajos ni dudas, camino de la puerta de toriles.
No es algo común en él, sólo lo había hecho una vez antes, todavía de novillero, en una “nocturna” en Málaga. El novillo de Manolo González, con problemas en la vista, nada más salir se paró justo unos metros delante del torero, que lo esperaba de rodillas sobre el albero. Una mala experiencia.

Han pasado varios años ya desde aquello y, el hoy ya torero, sigue avanzando con paso firme sobre la arena entre el clamor de los tendidos. Todos tenemos nuestros segundos de sorpresa e incertidumbre, pero una vez comprendido el gesto, reaccionamos y actuamos en consecuencia. En mi caso, Roberto el “ayuda” y yo nos miramos y, capote en mano, corremos en dirección contraria por el callejón para situarnos cada uno a un lado de la puerta de chiqueros "por si acaso”. El torero que no ha comido llega a su destino y se clava de rodillas. La montera hasta las cejas y la mirada fija en la puerta de toriles. El mismo gesto, la misma actitud…el tiempo se contrae y la imagen del torero que no ha comido se solapa con la del torero de otra época. En los tendidos continúa la ovación. Desde el callejón le gritan al torero que coja el capote con las dos manos. Suenan los clarines y se abre la puerta de toriles. Se hace el silencio en la plaza, todas las miradas clavadas en el agujero negro que está delante del torero que no ha comido. Yo respiro hondo, tengo un nudo en la garganta y la mirada nublada. Sé que quienes están a mi lado también. Por eso no quieren mirarme, por eso no quiero mirarlos, porque no queremos sorprendernos…emocionados.

Tríptico de Barcelona II: Minuto de silencio y ovación

Primera corrida de la miniferia de La Merced en Barcelona. Carteles muy rematados este año. Hoy: El Juli, Manzanares y Cayetano. Mañana: Aparicio, José Tomás y Morante. Mucha expectación. Acaba el paseíllo y un respetuoso minuto de silencio cubre de luto el albero y los tendidos. Todas las miradas clavadas en el torero del medio, es decir, el que va último en el cartel. Rostro de emociones contenidas. ¿Qué pasará por su cabeza en esos momentos?

Acaba el minuto de silencio y la plaza estalla en palmas. Una voz anónima emerge de entre el público recordando a un torero de otra época. El resto del tendido la secunda: “¡Viva!”. Los toreros cambian el capote de paseo por el de brega y lo “prueban” toreando brevemente “de salón” ante la atenta mirada de sus mozos de espadas. Al cabo de unos minutos, comienza a despejarse el ruedo, está a punto de dar comienzo la corrida…

Pero antes de que suenen los clarines, una espontánea ovación recorre los tendidos. Nadie pregunta el por qué, todo el mundo lo sabe. Los dos toreros más antiguos dan un paso atrás en el callejón dejando la boca del burladero libre. El torero que no ha comido, a duras penas contiene la emoción. Sentimientos contradictorios, le incomoda ser el centro de atención pero le halaga la muestra de cariño. Se acerca a la boca del burladero y saluda con la montera. La ovación se hace más cerrada, el público y los compañeros le “empujan” a que salga al tercio. El torero que no ha comido se muestra reacio. Le insisten. Es un momento de mucha emotividad. El torero que no ha comido parece ceder pero invita a sus compañeros a acompañarle. Ellos se niegan, ése es “su” momento. Él insiste, los compañeros también. La ovación ya es un clamor. El torero que no ha comido vuelve a mirar a sus 2 compañeros, no está dispuesto a salir sólo. Lleva noches sin dormir - qué mérito el suyo vestirse de luces un día como hoy -, pero entiende que aquella muestra de cariño, con más razón una fecha como ésta, debe hacerla extensible a todos los toreros.


Finalmente los 3 salen al tercio y la plaza se viene abajo. Luego, suenan los clarines y todos volvemos a la realidad…emocionados.

Tríptico de Barcelona I: Hora de comer

Barcelona, 26 de Septiembre de 2009.

Habitación 610 del hotel AC Diplomatic. Un pequeño salón precede a la estancia donde se encuentran la cama y el baño. En el salón, un juego de sofás y una mesa bajita. Horas previas a la corrida. Un torero trata de comer en silencio mientras en la tele el noticiero agoniza. Los medios llevan semanas recordándonos – machacando – una efeméride que se cumple precisamente hoy, una página negra de la tauromaquia, una fecha clavada a fuego en la memoria popular de España. Antes de despedirse, como no podía ser de otra manera, el presentador hace referencia a ello. El torero que trata de comer en silencio, deja el tenedor sobre la mesa. Por la pantalla comienzan a desfilar imágenes de la vida de otro torero, de otro tiempo. Años 60’, escenas en blanco y negro de un muchacho joven y flaco poniendo banderillas. Sus preciosos ojos azules rezuman ilusión. Llegan los 70’, el blanco y negro comienza a intercalarse con el color; y el traje de luces, omnipresente hasta ahora, a compartir protagonismo con otras vestimentas. Triunfos inolvidables mezclados con bodas, Puertas del Príncipe con bautizos, profesión con vida social. El joven flacucho ha dejado paso al hombre robusto, el novillero con aspiraciones a la figura de la tauromaquia. El torero que trataba de comer, sigue observando atentamente la pantalla inclinado hacia adelante, siempre en silencio. Sobre la mesa bajita, el plato intacto. Comienzan los 80’, el torero de otra época es entrevistado en el campo. Su voz, sus gestos, la cadencia de su habla, inmortalizados para siempre por obra y gracia de la tecnología. Divorcios, nuevos romances, más puertas grandes…se acerca el final y el reportaje toma tintes dramáticos. El torero de otra época es cogido mortalmente en una plaza de provincias del sur de España. Las imágenes de la interminable cornada agreden desde el televisor. Tantos años y tan presentes…El torero que trataba de comer, recuesta su espalda sobre el sofá y respira hondo. Sigue atento, sigue en silencio. Acaba el reportaje y el presentador, sonriendo, se despide hasta mañana sugiriéndonos que continuemos enganchados a ese canal. El torero que ya no trata de comer, se levanta y se dirige a la cama: “Voy a intentar “descansar” un rato. Despiértame por favor a las 4”.

Me acerco a la ventana para oscurecer el ambiente. La vida continúa ahí afuera. Una pareja de enamorados pasea tranquilamente por Pau Clarís. El escaso tráfico delata que es sábado por la tarde. “Cualquier cosa que necesites me llamas”. El plato de pasta intacto, frío, como un niño abandonado sobre la mesa. Me dirijo hacia la puerta y abandono la habitación conmovido por tanta entereza…emocionado.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Lorca

En esta profesión errante de eterno viajero, uno acaba relacionando los acontecimientos históricos con las ciudades en las que le tocó vivirlos. Pongo ejemplos: si alguien menciona la muerte de Michael Jackson, yo rápidamente la asociaré con Alicante; si preguntan por la final de la Eurocopa que ganó España, yo responderé “Segovia”; si en una reunión se saca a colación la enésima derrota de Madrid como ciudad olímpica, yo pensaré en Alquerías (no porque opine que sería mejor candidata – quién sabe – sino porque allí nos pilló la deliberación final).

Pues bien, en este sentido, la muerte de Juan Pablo II la relaciono con Lorca. Era una fría noche de Abril de 2005, Cayetano había hecho su presentación con picadores la semana anterior en Ronda, acabábamos de llegar al hotel y puse la tele. La noticia, no por esperada dejó de impactarme: El Papa con el que había crecido mi generación, el único que habíamos conocido, después de 27 años “reinando”, acababa de fallecer. Mi imagen de aquella noche será ya para siempre la de la Alcazaba árabe de Lorca iluminada sobre su árida colina, mientras alguien en la tele daba la noticia.

4 años después, aquí estamos de vuelta. Misma ciudad y mismo hotel, aunque circunstancias distintas. En aquella ocasión vinimos en Abril, no eran las fiestas patronales y el bullicio en el hotel se limitaba a un grupo de paisanos ávidos por sacarse una foto y ver de cerca a los toreros. Esta vez regresamos en Septiembre, plenas fiestas locales. El lobby está poblado de chicas vestidas de gitana. Una gran carpa blanca, de cuyo interior no paran de “salir” rumbas y sevillanas a todo volumen, cubre los jardines de la entrada. Cierto que el hotel está situado junto a la plaza, pero quizá fue mala idea venir en esta época.

En cuanto a la corrida, bien. Cayetano disfrutó muchísimo con su segundo toro, de poca fuerza pero mucho temple. Mismo cartel que el día anterior. Los 3 toreros a hombros. Ahora a descansar unos días y prepararse para la siguiente parada: Barcelona.


Terraza de mi habitación en Lorca.

De pañuelos blancos, contextos e interpretaciones

Las idénticas ventanas se distribuyen de forma simétrica a lo largo de la fachada del edificio formando 5 líneas verticales por 7 horizontales. En cada ventana, 1 ó 2 personas; y cada persona, agitando un pañuelo blanco. Alguien que hace abstracción de la escena, comenta que le recuerda a esas imágenes de otro Septiembre que nos llegaban a través del televisor de gente desesperada pidiendo ayuda desde las paredes humeantes de las Torres Gemelas. Pero no estamos en Nueva York, sino en España; lo que hay delante del edificio, no es el Distrito Financiero de la Gran Manzana sino la plaza de toros de Guadalajara; el ruido ensordecedor, no es de sirenas de bomberos a gran velocidad sino de peñas disfrutando de sus fiestas; y lo que allí ha sucedido hace unos minutos, no es un atentado terrorista sino que Cayetano ha cuajado una buena faena. No piden auxilio, piden las orejas.

Guadalajara

La convivencia con la cuadrilla es tan intensa – 24 horas – y tan prolongada a lo largo del año, que es inevitable que acabemos formando una singular familia. No en vano, durante la temporada, pasamos más tiempo juntos que el que podemos dedicar a nuestros propios familiares y amigos.

Este particular concepto de familia, lo podemos hacer extensible a los miembros de las otras cuadrillas con las que coincidimos con frecuencia durante una temporada. Es decir, para que nos entendamos, si a los miembros de nuestra cuadrilla les otorgáramos el grado de “hermanos”, a los de esas cuadrillas con las que toreamos seguido, les podríamos conceder el de “primos”. Y este sería el caso de la de Manzanares con respecto a la nuestra esta temporada que está a punto de finalizar.

En Guadalajara coincide que es el cumpleaños de Javi, el mozo de espadas de Jose Mari. Por este motivo, tras el sorteo, nos emplaza a todos a acudir a la cafetería del hotel para invitarnos a un aperitivo mientras vemos Tendido Cero. Mucho compañerismo, bastantes risas y algunos chistes. El acento andaluz confundido con el extremeño, el valenciano o el madrileño. Finaliza Septiembre y con él la temporada. Ahora deseamos que acabe, en unas semanas nos estaremos echando de menos…

En cuanto a la corrida, tarde fría pero de mucho ambiente. Cayetano por la Puerta Grande. Mañana repetimos cartel. Esta vez en Lorca.


Guadalajara, Septiembre de 2009. Cumple de Javi, mozo de espadas de Manzanares. Aperitivo en su honor previo a la comida. Ambas cuadrillas casi al completo.

Salamanca

Una mañana típicamente otoñal hace presagiar ya la entrada del otoño. Los periódicos informan de la aciaga tarde que se vivió ayer en el coso salmantino con dos banderilleros cogidos: Luis García, el Niño de Leganés, de la cuadrilla de El Juli, y Pablo Delgado, de la de Castella. Tras el sorteo, pasamos por el hospital. Luis es el más perjudicado, su alergia a ciertos medicamentos le impide tomar calmantes, por lo que ha pasado la noche en vela con muchas molestias. Sus respectivas cuadrillas tuvieron que partir ayer, después de la corrida, camino de otras plazas dejando a los heridos a la espera de sus familiares. Gajes del oficio.

Tras la visita, regresamos al hotel. Comemos en un restaurante cercano – ya un clásico en nuestros pasos por Salamanca – y a descansar.

Llega la hora de la corrida. En contra de lo que se presagiaba por la mañana, el tiempo ha cambiado a mejor quedando una tarde fresca pero soleada. Un novillero local de apellido Siro, es llamado a última hora para sustituir a El Cid. Le han ofrecido tomar la alternativa con Perera como padrino y Cayetano de testigo. Su rostro adolescente refleja la responsabilidad del momento. Mucho ambiente, plaza llena. Sufre una espeluznante voltereta en el primer toro que le destroza la flamante chaquetilla y a punto está de impedirle llevar a cabo la ceremonia. Se levanta desorientado, con terror en sus ojos, los compañeros le quitan lo que queda de chaquetilla, alguien le echa un poco de agua, la adrenalina por las nubes, reacciona, pide otra vez su capote y vuelve a la cara del toro. Espléndido lote, buenas maneras y, sobre todo, mucha ambición. 4 orejas, triunfador de la tarde y, a la postre, de la feria de su tierra. Hace 2 días era un novillero sin fecha de alternativa, hoy es el torero triunfador de la feria de Salamanca. Esa es la grandeza de esta profesión. No se puede pedir más.

En cuanto a nuestro torero, ya sabía lo que era triunfar en esta feria y tenía muchas ilusiones puestas en la corrida de hoy, pero no tuvo suerte. Regresamos al hotel, se ducha y abandona la ciudad contrariado. No pasa nada, hay que sobreponerse y mirar hacia adelante. El mundo del toro te puede ofrecer una revancha al día siguiente, sólo se trata de estar preparado para aprovecharla cuando llegue. Mañana toca Guadalajara, mañana será otro día…

martes, 10 de noviembre de 2009

Piedrabuena y "La Vuelta"

Los mozos de espadas con la Vuelta Ciclista, no acabamos de llevarnos bien. Me explico: Cuando llega Septiembre, es muy probable que, en algún lugar de España en fiestas, “Vuelta” y toros coincidan. Si la ciudad es grande y la fecha nos la han dado con la suficiente antelación, en principio no debiera haber problema. Pero si se trata de un lugar pequeño, o relativamente pequeño y, además, la corrida se ha cerrado sin demasiado margen de maniobra, el tema hotel se puede complicar.

Este fue el caso de Piedrabuena. En contra de lo que suele ser habitual en nosotros, la fecha se concretó a finales de Agosto. El apoderado me pasa el dato y yo me encargo de buscar el hotel. Los pueblos pequeños en fiestas suelen ser muy ruidosos; esto, sumado a que la oferta hotelera en Piedrabuena no era muy atractiva y a que la capital, Ciudad Real, estaba a una distancia prudencial – 20 minutos -, decidimos hacer la reserva allí, en el NH. Hasta aquí, todo parece bajo control. Además, en el hotel ya nos conocen. Sin ir más lejos, 2 semanas antes, en las fiestas de Ciudad Real, nos habíamos alojado allí. Llamo por teléfono, pido que me pasen con el contacto habitual, nos alegramos de saludarnos, intercambiamos algunas palabras protocolarias como dicta la buena educación…y al centrarnos en el motivo de mi llamada, surge el gran imprevisto: la corrida coincide con la Vuelta Ciclista y la organización no sólo tiene bloqueado este hotel si no todos los que están más o menos en condiciones por la zona.

Después del primer impacto, comienza la negociación: “Pero algo tendrás”. “¿Cuántas te hacen falta?”. “7”. “Uf, imposible. Te podría dar 3”. “Eso no me es suficiente”. “Déjame que le dé una vuelta y te llamo”…

Aquí comienza otro dilema: ¿Qué hacer? ¿Confiar en que esas 3 habitaciones se vayan a transformar en 7 o buscar otra alternativa teniendo en cuenta que Ciudad Real va a estar colapsada por la Vuelta? Decido hacer una reserva en Piedrabuena consultando hasta cuánto tiempo antes podría cancelarla. Ahora toca estar pendiente. La primera opción sigue siendo la capital. Cada día una nueva ciudad, cada día una nueva llamada desde el sorteo: “Buenos días, ¿alguna novedad?”. “Buenos días, de momento no. Ya te llamo yo cuando tenga algo”. “No te preocupes, ya lo voy haciendo yo”…Al final, la constancia da sus frutos y todo queda solucionado. Como casi siempre…

En cuanto al festejo en sí, la plaza muy bonita, de piedra. Por fuera recuerda a un castillo medieval. Mucho ambiente, “No hay billetes”. Primera vez que coincidíamos en un cartel con César Jiménez. Corrida buena de La Palmosilla, los 3 toreros bien. Muy bueno el segundo toro de Francisco con el que se acopló perfectamente. Lo toreó con mucho temple.

Los kilómetros se acumulan. A estas alturas llevamos más de 50 corridas a las espaldas y este último tirón ha sido de 4 consecutivas. Ahora tenemos un par de días para reponer fuerzas y organizar cosas. La siguiente parada será Salamanca…

domingo, 8 de noviembre de 2009

Murcia y la lluvia

La primera vez que Cayetano vino a torear a Murcia, en su primera temporada de novillero, la corrida tuvo que suspenderse antes de comenzar el paseíllo. Era una tarde pre-otoñal de mediados de Septiembre, llovía con mucha fuerza y el ruedo se había convertido en un auténtico fangal. Se reunieron autoridad y novilleros y concluyeron, de manera razonable, que intentar torear en esas condiciones era una locura. Compartíamos cartel con un chico de la tierra para el que esa tarde era la oportunidad de su vida. Él también estuvo de acuerdo en suspender. Aún así, tras la decisión, no pudo evitar derramar alguna lágrima. Tengo clavada su imagen, de pie en el túnel del patio de cuadrillas, vestido de torero, con el capote de paseo y la montera en una mano, llorando de rabia, en silencio, a contraluz, mientras al fondo no paraba de caer agua sobre el albero…y sobre sus ilusiones.

Este año la corrida estuvo a punto de suspenderse por la misma causa. Si tenemos en cuenta que Murcia pasa por ser una de las regiones más desérticas y secas de toda España, y que, a pesar de ello, de las 3 veces que hemos venido a torear aquí en 2 nos ha llovido, desde aquí propongo solemnemente que, la próxima vez que haya una sequía prolongada en la zona, monten una corrida con Cayetano en el cartel. Sería la mejor manera de ahorrar dinero a las administraciones públicas y evitar conflictos interregionales a cuenta de los trasvases. Así que, políticos y empresarios de la zona, tomad nota: “Contra la sequía en Murcia: ¡A Cayetano anuncia!”.

En cuanto a la corrida: Tarde lluviosa aunque con mucha expectación. Nosotros no tuvimos suerte. A destacar, un soberbio espadazo de Manzanares a su segundo.


Mañana Piedrabuena…


Imagen que me llegó a través de Juanvi de La Calle, mozo de espadas de "el Cordobés". Aprovechando el parón de la merienda, le estoy ajustando la castañeta al torero. Aunque ya no llovía, yo todavía llevo puesto el chubasquero.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Parla

A estas alturas de la temporada, la acumulación de kilómetros y días fuera se empieza a notar. Así que algunos aprovechan la cercanía de casa para ir a dormir con la familia. Hacía tiempo que no veníamos por Parla, desde el primer año de Cayetano como novillero. Una mixta con El Cordobés y Javier Conde si no recuerdo mal. Esta vez toreamos con Manzanares y Joselito Adame.

Avanza Septiembre, el tiempo se vuelve inestable, llovizna sobre la plaza. Curro Javier, banderillero de Manzanares, sufre un percance en una mano. Al correr a refugiarse en un burladero, el toro le revienta un dedo contra las tablas. Pasa a que le atiendan en la enfermería. Le limpian la herida, le cogen puntos, le entablillan el dedo, le ponen un vendaje y sale otra vez a seguir cumpliendo con su trabajo. Esto no es fútbol, es toreo.

En cuanto a los matadores, todo bien. Tarde entretenida, la gente sale contenta. Mañana Murcia.