sábado, 15 de octubre de 2016

Zaragoza: Historia de un brindis

Zaragoza, 12 de Octubre de 2016

La noche anterior me pidió que buscara alguna farmacia de guardia y que comprara algo que le aliviara los síntomas gripales. La voz se le notaba muy tomada. Al filo de la madrugada lo dejé en su habitación preocupado y bastante decaído para que tratara de descansar.

Sobre el mediodía siguiente me llamó estando yo en el sorteo. Había dormido bastante bien pero los síntomas no remitían, algo evidente al escucharlo. Necesitábamos una batería de medicamentos que consiguieran que, en 5 horas, estuviera en condiciones de salir a la plaza.

Llamé a un amigo común explicándole las circunstancias y me dirigí a una farmacia. Uno de los 4 medicamentos que debía conseguir era inyectable. Conozco su pavor por las agujas así que le advertí para su consentimiento. Contra todo pronóstico me dio su ok sin vacilar. Localicé a un practicante que se comprometió a estar en media hora en el hotel. Subí a su habitación para ir ganando tiempo con la otra medicación (3 fármacos) y, mientras, fui montando la capilla y la silla con el vestido de esa tarde.

Foto del Instagram de Cayetano desde su cama esa mañana

Su cara de preocupación era evidente así que, para distraerlo en la medida de lo posible, comencé a hablarle de cosas más o menos intrascendentes mientras él permanecía en la cama como cualquier enfermo.

Entonces recordé la portada de ABC que había compartido en sus redes Rosario Pérez esa mañana. En ella, una foto del festival en Valencia por Adrián – el niño malito de cáncer – en que se mencionaba un tuit de Cayetano en referencia a quienes habían deseado su muerte. “¡Cobardes! Clama Cayetano contra los autores de los perversos tuits”.



Se lo mencioné y me pidió verla. Lo hice a través de mi teléfono. En ese momento, su gesto de enfermo tornó  irritación, cabreo, indignación. Estuvo unos minutos olvidado de su estado comentando la actitud de ciertos antitaurinos con poca sensibilidad. Luego llegó el practicante y cambiamos de tema.

No podría asegurarlo porque él suele ser muy reservado para estas cosas, pero tengo la convicción de que en ese momento se comenzó a fraguar uno de los brindis más sentidos, comprometidos y vibrantes que se hayan escuchado nunca por televisión.



Por la tarde, ya en la plaza, en un instante de la faena de Ponce a su primero, dirigió la vista atrás y le pidió a David Casas que se acercara y, mientras le comentaba algo, señaló un lugar alejado del burladero de matadores al hilo de las tablas. David asintió y volvió a su puesto.

Antes de salir su toro, le eché agua en las manos, le di de beber en un vaso de cristal, le entregué su montera y lo que hizo luego ese torero mermado de salud pero con toda la actitud y motivación del mundo, ya es historia…

Cayetano en Zaragoza


  





viernes, 23 de septiembre de 2016

Chuflilla a Curro

Viernes, 23 de Septiembre de 2016



De Linares rubio y seña
Grana y oro en Chamberí
Vistalegre, Chenel y Ventas
Curro a hombros por Madrid


sábado, 10 de septiembre de 2016

Vísperas de la Goyesca

Ronda, 9 de Septiembre de 2016

Una de las cosas que más me gustan de mi trabajo es ese salto constante dentro de este país tan variopinto y contradictorio que es España. Salto de un acento a otro, de una gastronomía, de un clima,  de un paisaje a otro.

Ayer una brisa húmeda y fresca nos recibía en Santoña bajo un chirimiri ininterrumpido que no cesó hasta las 3  de la tarde. Hoy lo hace el clima seco y caluroso de Ronda.


Vistas desde mi habitación en Santoña

Ayer degustábamos anchoas arropados por esa hospitalidad tan campechana y familiar del norte y hoy almorzamos queso curado y jamón ibérico en una caseta de feria andaluza.

Ayer un público bullicioso premiaba a los toreros con un precioso ejemplar de bonito en la vuelta al ruedo y mañana un silencio de piedra añeja nos esperará en la Goyesca.

Vuelta al ruedo en Santoña

Ayer hacíamos el paseíllo en una plaza a orillas de un mar que la inunda cuando sube la marea y mañana en otra que se asoma a un precipicio de serranía y pinsapos.

Ayer un político que fue presidente de su comunidad se mezclaba sin ínfulas entre la gente del tendido y mañana un séquito de funcionarios públicos de corbata peleará por un puesto en el callejón donde salir bien en la foto.

Llegada a Málaga desde Santander 
Hoy me despertaba ante un paisaje de mar bravío y anchas playas y, en este momento,  una media luna al otro lado del valle que se hunde en el Tajo me da las buenas noches.

Jardines de Blas Infante en Ronda
Ayer me dormí con un rumor de Cantábrico enfurecido de fondo. Hoy con una nana de grillos y perros lejanos.

Cayetano Ordóñez "El Niño de la Palma" junto a la Plaza de Toros  de Ronda
Ayer nos acompañaba la presencia discreta de navegantes como Juan de la Cosa y sus gestas. Hoy estatuas de toreros y los versos de Rilke junto a cuya escultura en bronce, en los jardines del Hotel Reina Victoria, me siento a escribir esto: 9 de Septiembre de 2016, décimo aniversario de la Alternativa de Cayetano en Ronda. La misma plaza en donde mañana, si todo va bien, continuaremos haciendo historia…

El lugar donde habitan los sueños...








sábado, 3 de septiembre de 2016

El Torero y el Poeta

Ronda, fines de Agosto de 2016

La curiosidad es un felino agazapado en constante búsqueda de su siguiente presa. No descansa ni duerme ansioso de ser sorprendido por la vida y sus historias en cualquier momento.

Hace unos días, estando en Ronda, pasé a saludar a unos amigos. El recio calor de Agosto traspasaba las paredes de la casa sin ninguna muestra de cortesía ni petición  de permiso.

Sobre la mesa del salón, apilados con disimulado desorden, recortes amarillentos que dejaban constancia de los éxitos y grandezas de un torero del pasado.

Antonio Ordóñez en el Coliseo de Roma
“Debo clasificarlos” comentó él mientras de la habitación contigua nos llegaban los ecos de su mujer y su hijo jugando con la Patrulla Canina.  Mi amigo tomó uno de los montones y, mientras conversábamos de cosas intrascendentes, comenzó a pasar con extrema delicadeza las hojas algo acartonadas  por los años y la humedad.  Sus dedos se deslizaban con cierta extrañeza y desconfianza sobre aquellos documentos con el tiempo suficiente como para que yo pudiera escanearlos transversalmente  con mis ojos y hacerme una idea de lo que allí se guardaba.

Seguíamos hablando de cuestiones sin importancia mientras el ritmo cadencioso, lento, como de río profundo de las manos de mi amigo, a mí se me antojó sincronizado con el de las cigarras que no paraban de cantar en el exterior.  Y, entonces, sucedió. El felino agazapado en mi interior  clavó los ojos por unas milésimas de segundo antes de que fuera depositado en la otra pila, sobre un papel cuadriculado doblado por la mitad en que había algo escrito a boli:  "Antonio, tengo que vivir un año más, "

Mis garras se posaron disimuladamente sobre el hombro de mi amigo: “Para. A ver ese folio cómo continúa. Eso no parece haberlo escrito “cualquiera””.

De la habitación contigua seguían llegando voces infantiles. De fuera, el chillido monótono de las cigarras. Mi amigo rescató el papel del montón de lo “ya visto” y lo desplegó con cuidado sobre la mesa. La parte inferior de la carilla continuaba: “para verte, el año que viene, salir de la Maestranza por la puerta de San” y ahí terminaba la cara como en ese concurso de televisión en que la presentadora leía un párrafo y concluía diciendo “hasta aquí puedo leer”.

Urgí a mi amigo a darle la vuelta deseoso de conocer el final de la historia y, a la vez, sabedor de que aquello, como esos descubridores de otro mundo que entre la maleza de la selva creen haber hallado los restos de una civilización perdida, debía tener algún autor sorprendente.

Mi amigo se apresuró, algo desconcertado, o tal vez temeroso de que yo me adelantara y pusiera mis dedos sobre aquel documento, a girarlo y lo volvió a extender sobre el cristal de la mesa:  “Fernando. Lo espero. No me defraudes. No seas impaciente. Tu siempre ordoñista amigo Pepe.”

Había dos partes subrayadas: “No seas impaciente” y “ordoñista”.  Al final del folio, supongo que pensando más en gente futura como nosotros que en el destinatario directo de la nota, un nombre familiar pero con esa cierta solemnidad que tienen los nombres reconocibles de personas con las que nunca tuvimos el gusto de hablar: José Bergamín.

José Bergamín

La selva se abrió y la civilización antigua surgió en todo su esplendor ante aquel felino curioso. A rotulador, con otra caligrafía, alguien había apuntado una fecha y una ciudad en el borde inferior: 16 de Septiembre de 1981. Madrid.

La Música Callada Del Toreo
Quise situar en mi mente ese día del calendario en  las biografías de esos personajes y me di cuenta de que los dos se hallaban ante el ocaso de algo. Uno de su vida, el otro de su carrera. Ya ninguno de ellos tenía nada que demostrar. En todo caso, ambos luchaban, de una manera algo quijotesca, contra sí mismos. Uno queriendo alargar sus días - tengo que vivir un año más -; el otro soñando vestirse de luces otra tarde - para verte, el año que viene, salir de la Maestranza por la puerta de San  Fernando. No me defraudes -. Bergamín murió en el 83. Ordóñez se retiró definitivamente en Agosto del 82. Uno en San Sebastián. El otro en Ciudad Real. Ambos consiguiendo ganar alguna batalla más al tiempo.

Bergamín y Alberti en los toros 

El felino se relamió los bigotes, se despidió de sus amigos y se subió al coche en aquella calurosa tarde de fines de Agosto con esa sensación de saciedad y plenitud que sólo te da lo que alimenta el espíritu.

"Yo no lo he visto, pero estoy seguro
que en sus arenas la ciudad arlesiana
iluminó de vocación romana 
el toreo andaluz de arte más puro.

Yo no lo ví, pero me lo figuro
a Ordóñez, que hizo a Ronda sevillana,
torear tan bien como le dio la gana
lo mimo al toro claro que al oscuro."

(José Bergamín, a Antonio Ordóñez toreando en Arlés)





sábado, 27 de agosto de 2016

De Hoteles Y Ventanas

Cieza, 24 de Agosto de 2016

Suena la ducha a mis espaldas mientras yo miro a través de la ventana. El mismo ritual de tantas tardes. La capilla sobre una mesa a mi derecha. La silla montada con un azul y oro a mi izquierda.  Hace mucho calor fuera para salir al balcón pero me gusta esperar contemplando el paisaje tan distinto de cada tarde.



¿Cuántas veces se habrá repetido esta misma escena en estos años? ¿En cuántos lugares distintos? Podría enumerar los países – España, Francia, Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador , México – pero no las ciudades, ni los hoteles.

Hace unos días, en Pontevedra, sabía que estábamos en el mismo hotel de hacía diez años pero era incapaz de recodar su lobby ni sus pasillos. Otros, en cambio, se quedan grabados a fuego, por una tarde memorable, por una anécdota que uno creía sin importancia, por una conversación…

La ducha sigue sonando a mis espaldas y yo sigo mirando a través de la ventana. Tampoco podría recordar a la poca gente que ha pasado por la habitación en momentos así pero sí alguna tarde como la que, mientras lo vestía, le tocaba por soleares Emilio Caracafé en Ronda o alguna en el campo con Adrien Brody, empapándose de todo para su papel en Manolete.  O la tarde en El Puerto que pasó Jaime de Marichalar o Agustín Díaz Yánez o Juan Luis Cano (Gomaespuma).

Hay días en que es imposible asomarse abiertamente y me limito a husmear tras la persiana a hurtadillas; porque es un pueblo y una calle estrecha y la gente se amontona debajo pendiente de la “ventana del torero”. Otras, en cambio, estamos en medio de la nada y la inmensidad campestre que se abre ante nosotros invita a mirarla y nos transmite su serenidad ajena a lo que va a acontecer en la plaza unos minutos después. A veces hay una playa y los turistas retozan al sol o toman una cerveza sin saber si quiera que, a tan sólo unos metros, alguien se va a vestir de luces.

En unos minutos,  el torero estará a mi lado y, tal vez, mientras yo me inclino para atarle los machos, él estará observando, de pie, lo mismo que ahora miro yo.

En una habitación cercana se hospeda Perera y seguramente esté sucediendo algo parecido en ella.


Yo sigo esperando y contemplando el paisaje de cielo puro y huerta murciana que nos tocó hoy mientras, a mis espaldas, un torero sigue en la ducha…