lunes, 19 de junio de 2017

Iván Fandiño In Memoriam

Miró a su mozo de espadas

Miró a su mozo de espadas y éste se acercó a él con la pelota de tenis en la mano, le descalzó el pie, creo que el derecho, y dejó la pelota en el suelo. El torero, sin dejar de seguir lo que acontecía en el ruedo, puso el pie sobre ella y comenzó a deslizarla hacia delante y hacia atrás en un ritual que a mí se me antojó ya rutinario.

Me acerqué a su mozo de espadas y le pregunté la razón de aquello. Me explicó que era a consecuencia de su cornada en el muslo de hacía casi un mes atrás en Málaga. La pierna se le hinchaba y los médicos, ante su insistencia de no parar de torear – ¿qué torero quiere parar en Agosto? – le aconsejaron hacer ese ejercicio para que su circulación mejorara.

Y allí estaba él, entre toro y toro, descalzo, en el callejón, concentrado en lo que hacían sus compañeros en el ruedo, haciendo desplazar aquella minúscula pelota de tenis de forma mecánica bajo su pie rosa de media con espiga.

Cuando llegó su turno, se calzó la zapatilla sobre el pie hinchado, apoyó la espalda contra la pared del fondo del callejón a la altura de la boca del burladero de matadores, dejó caer el capote hacia delante, como era su costumbre, mientras se ajustaba la montera; luego se agachó para levantarlo y dio tres o cuatro pasos hasta el burladero mientras los clarines indicaban que el próximo toro iba a salir…

Guadalajara, mitad de Septiembre de hace unos años.


Iván Fandiño D.E.P.

jueves, 11 de mayo de 2017

Toreo de Salón en Las Ventas

Madrid, 8 de Mayo de 2017

Llegó sin estridencias y se puso dar vueltas al ruedo, como en un ritual inciático, con parte de su cuadrilla sin llamar excesivamente la atención entre los alumnos de la escuela que entrenaban sobre la arena.

En un momento determinado, cogió el capote y trató de mimetizarse, como uno más, entre aquel bullicio de toreo de salón.

Cayetano toreando de salón en Las Ventas. Imagen: Ramiro Curá



Entonces, uno de los chicos se detuvo y lo observó. Y luego otro y otro y un silencio de Maestranza sevillana se fue apoderando de Las Ventas. Y el politeísmo  de muletas que hasta hace unos segundos rozaban el albero del círculo se fundió en un solo dios. Y la voz citando a aquel toro imaginario retumbó con gravedad de desierto hasta en la última andanada de la plaza mientras aquel torero que venía de cortar una oreja en Sevilla seguía danzando con su banderillero en una coreografía de raíces rondeñas con fondo de alumnos en mannequin challenge asombrado.  

Imagen: Ramiro Curá

viernes, 14 de abril de 2017

Cuvillo y mi primera muleta

Vejer de la Frontera, 12 de Abril de 2017

En este rinconcito que ahora tengo ante mis ojos, con su encina, su pared encalada y su boca de entrada al burladero, monté mi primera muleta.

Núñez del Cuvillo. Imagen: Ramiro Curá

Era Diciembre de 2004 y, Cayetano, después de ofrecerme ir con él de mozo de espadas, me había sugerido que pasara unos días con él en el campo de  Espartaco, donde estaba instalado,  antes de decidirme.

Una tarde, fuimos desde allí a Núñez del Cuvillo. Recuerdo que en la habitación donde debía cambiarse, estaba Salvador Vega. Y a mí me sorprendió la naturalidad con que aquella figura del toreo, que yo había visto siempre en la solemnidad de una plaza,  se desvestía para ponerse la ropa de corto delante de un extraño como yo. Luego, con el tiempo, he ido comprendiendo ciertos códigos entre mozos de espadas y toreros que hacen de aquello algo muy usual.

Núñez del Cuvillo. Imagen: Ramiro Curá

No recuerdo cuántas vacas echaron ni si Cayetano, que todavía no había debutado en público, estuvo bien o no. Pero sí la responsabilidad que sentí al montar aquella primera muleta y pensar, ingenuamente, que la seguridad de aquel torero en formación, dependía, en parte, de que aquel estaquillador estuviera bien sujeto con su alcayata a un trozo de franela roja.

   





jueves, 2 de marzo de 2017

Vera, regreso 7 años después

Vera, 26 de Febrero de 2017

De la última vez que estuvimos en Vera (Almería) hace casi ocho años. Llegamos la madrugada del 26 al 27 de Septiembre de 2009 provenientes de un día muy intenso emocionalmente en Barcelona.

Paseíllo en Vera. Imagen: Ramiro Curá


Se cumplían 25 años de la muerte de Paquirri y Cayetano, que siempre le había pedido a Curro Vázquez no torear ese día, quiso hacer una excepción en aquella ocasión y rendir un homenaje a su padre en la plaza donde, en 1966, tomara la alternativa.

La experiencia fue muy respetuosa pero tan desgastante emocionalmente que, al entrar en el hotel procedente de la plaza, sin haber probado bocado en todo el día y con un fuerte dolor de cabeza, se juramentó no volver a vestirse de luces en tal fecha.

Llegar aquella madrugada a Vera después de aquel día tan intenso, fue como un bálsamo. Una ciudad dormida y un hotel junto a un campo de golf a las afueras nos recibieron. Pero era tal el agua que caía que, al día siguiente, la corrida hubo de ser suspendida. En mi mente, tantos años después, tenía nítida, no sé por qué, la desolada imagen de la estatua de Espartaco que hay junto a la puerta grande y que allí continúa. Tal vez porque, bajo la lluvia, las estatuas siempre me han parecido dramáticamente tristes.


Estatua de Espartaco. Imagen: Ramiro Curá

Los caballos de Diego Ventura siendo preparados por la mañana. 

Cartel de Vera.


Esta vez lució el sol y el festival se pudo celebrar. Casi lleno en los tendidos nuevamente para ver un encierro de Buenavista que, en general, no dio muchas opciones. Aún así el público se divirtió.

De regreso a casa, en el lugar de carretera en que nos paramos a cenar, sobre la pared, una copia de la primera tarjeta publicitaria que se hizo de Cayetano vestido de luces tras su debut en Ronda.

Primera tarjeta publicitaria de Cayetano vestido de luces

El maestro Curro Vázquez se acercó a ella, la observó un rato en silencio y luego, mirándome, los dos de pie frente a ella, comentó: “Qué lío formó aquella tarde. Nadie se esperaba esos cambios de mano y esos pases de pecho”.

Doce años va a hacer ahora de todo aquello.

El fin de semana que viene, más.    


lunes, 27 de febrero de 2017

Cantillana

Cantillana, 25 de Febrero de 2017

"Feria en Cantillana, / Cometa de fuego, / Que en la primavera / Subió para el cielo. / Un ángel malo le estará cantando a Dios / "Ojos Verdes", "María de la O". / Fue libre en la duda, / Libre en el "te quiero" / Libre, libre, / Libre como el viento." (Carlos Cano, "Romance a Ocaña")

Las Pajanosas, Burguillos, Villaverde del Río y Minas, Cantillana…habíamos pasado por ésta última infinidad de veces esos inviernos de preparación concentrados en Constantina - en la finca de Espartaco o de Dolores Aguirre - pero nunca habíamos toreado aquí.

Imagen: Ramiro Curá


Su plaza, sin callejón, se llenó hasta la bandera para este festival a beneficio de su Real Archicofradía Sacramental en que coincidíamos por primera vez en un paseíllo con Pablo Aguado, novillero puntero que tiene una muy ilusionante temporada por delante en la que tomará la alternativa en Sevilla en San Miguel.

Curro Vázquez y su sobrino Fran Vázquez, apoderados de Cayetano y Pablo Aguado respectivamente. Imagen: Ro Parrilla

Cayetano y Pablo Aguado. Imagen: Ramiro Curá



El encierro de Las Azores dio mucho juego y toreros y público pudieron disfrutar que es de lo que se trata.

LópezSimón brindó su toro a ManiliEl Tigre de Cantillana – quien en su día abriera tanto la Puerta Grande de Las Ventas como la del Príncipe de Sevilla en sendas corridas de Miura y que, casualmente, hoy cumplía 65 años.

Paseíllo en Cantillana. Imagen: Ro Parrilla

Plaza de toros sin callejón. Imagen: Ro Parrilla

Imagen: Ramiro Curá

Imagen: Ro Parrilla

Imagen: Ro Parrilla



Después de comer en el hotel de Brenes donde nos alojábamos, emprendimos rumbo a Vera (Almería), comentando lo idóneo en estas fechas de los festivales a las 12 de la mañana.


La A 92, esa carretera que vertebra Andalucía de Oeste a Este, se consume bajo las ruedas del Cochecuadrilla mientras en mi mente no deja de sonar “Romance a Ocaña”, ese maravilloso tema de Carlos Cano dedicado a José Pérez Ocaña, pintor homosexual, anárquico, transgresor que, a principios de los años 70, dejó su Cantillana natal para convertirse en un “personaje” habitual de La Rambla barcelonesa y que encontró la muerte de manera tan extravagante como su propia vida: en el año 83, por Septiembre, regresó a su pueblo por unas fiestas locales para las que diseñó un disfraz de sol confeccionado con tela, papel y bengalas que, en un accidente, ardió y Ocaña “se fue vestida de día, se fue vestida de sol. Se fue, las malas lenguas decían que el fuego la prendería, el fuego del corazón”…