sábado, 27 de agosto de 2016

De Hoteles Y Ventanas

Cieza, 24 de Agosto de 2016

Suena la ducha a mis espaldas mientras yo miro a través de la ventana. El mismo ritual de tantas tardes. La capilla sobre una mesa a mi derecha. La silla montada con un azul y oro a mi izquierda.  Hace mucho calor fuera para salir al balcón pero me gusta esperar contemplando el paisaje tan distinto de cada tarde.



¿Cuántas veces se habrá repetido esta misma escena en estos años? ¿En cuántos lugares distintos? Podría enumerar los países – España, Francia, Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador , México – pero no las ciudades, ni los hoteles.

Hace unos días, en Pontevedra, sabía que estábamos en el mismo hotel de hacía diez años pero era incapaz de recodar su lobby ni sus pasillos. Otros, en cambio, se quedan grabados a fuego, por una tarde memorable, por una anécdota que uno creía sin importancia, por una conversación…

La ducha sigue sonando a mis espaldas y yo sigo mirando a través de la ventana. Tampoco podría recordar a la poca gente que ha pasado por la habitación en momentos así pero sí alguna tarde como la que, mientras lo vestía, le tocaba por soleares Emilio Caracafé en Ronda o alguna en el campo con Adrien Brody, empapándose de todo para su papel en Manolete.  O la tarde en El Puerto que pasó Jaime de Marichalar o Agustín Díaz Yánez o Juan Luis Cano (Gomaespuma).

Hay días en que es imposible asomarse abiertamente y me limito a husmear tras la persiana a hurtadillas; porque es un pueblo y una calle estrecha y la gente se amontona debajo pendiente de la “ventana del torero”. Otras, en cambio, estamos en medio de la nada y la inmensidad campestre que se abre ante nosotros invita a mirarla y nos transmite su serenidad ajena a lo que va a acontecer en la plaza unos minutos después. A veces hay una playa y los turistas retozan al sol o toman una cerveza sin saber si quiera que, a tan sólo unos metros, alguien se va a vestir de luces.

En unos minutos,  el torero estará a mi lado y, tal vez, mientras yo me inclino para atarle los machos, él estará observando, de pie, lo mismo que ahora miro yo.

En una habitación cercana se hospeda Perera y seguramente esté sucediendo algo parecido en ella.


Yo sigo esperando y contemplando el paisaje de cielo puro y huerta murciana que nos tocó hoy mientras, a mis espaldas, un torero sigue en la ducha…

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