Cada pueblo tiene sus fiestas patronales dedicadas a algún santo o a alguna virgen. Ronda no. Las fiestas mayores de Ronda están consagradas a un torero, Pedro Romero, quien sentara las bases del toreo a pie allá por la segunda mitad del siglo XVIII.
La Goyesca es una corrida muy singular, por su marco, por su colorido, su indumentaria, sus gentes… que todo torero quiere torear alguna vez en la vida. Hay otras “goyescas”, pero no son La Goyesca.
Para mí particularmente, además de por todas esas razones, es un día muy especial por tratarse de “mi pueblo”. En cuántas ocasiones no habré ido de niño a “colarme” a los toros. Algunas veces nos encerrábamos en un pequeño cuarto de baño de la plaza, desde por la mañana temprano, con un bocadillo y una Coca Cola; otras, saltábamos un muro cubierto de cristales que daba a los corrales (cuando no existía todavía el “obstáculo” del teatro “Vicente Espinel”); o simplemente, muy bajitos todavía, nos mezclábamos entre la gente que hacía cola para entrar. Recuerdo qué “difícil” nos lo “puso” la seguridad del Conde de Barcelona cuando éste asistió, allá por 1.985, a la corrida extraordinaria que se celebró con motivo del 200 aniversario de la plaza. En el cartel, Curro Romero (tabaco y oro, si no recuerdo mal), José Antonio Campuzano y Espartaco.
Pues bien, ya ha llovido bastante desde aquellos días (seguro que la gente del campo no opina lo mismo). Otros tiempos, otras circunstancias, otro siglo, otro milenio, pero una misma pasión, una misma tradición: la goyesca de Ronda, es decir, La Goyesca.
Sábado 9 am. Suena el despertador en la habitación 213 del Hotel Reina Victoria. Me asomo un instante al balcón, la belleza inmensa del valle del Guadalevín y de la Serranía de Ronda me emocionan. ¡Tantos recuerdos!. Sobre mi piel, la brisa suave de un verano que se resiste a morir sin ver antes a Cayetano sobre el albero rondeño.
Intento disfrutar cada segundo, cada momento de este día. Después de desayunar, parto caminado, calle Jerez abajo, hasta la plaza de toros. Las calles comienzan a desperezarse. A la altura de “la Alameda”, paso junto a la estatua de Pedro Romero, que me da la espalda mirando al Tajo. "Hoy es tu día", pienso. Unos metros más abajo, esta vez sí de cara, enmarcando la puerta de La Maestranza, las estatuas de Cayetano Ordóñez, “Niño de la Palma”, rematando con el capote, y la de Antonio Ordóñez, en actitud de desplante con la muleta. El padre mira orgulloso al hijo, el hijo mira altivo al frente. En ambas, como cada año, ramos de flores enviados por sus familiares.
Entro en la plaza por el patio de cuadrillas. Muchas caras conocidas, gente a la que no veo hace tiempo y a la que me alegra poder saludar. Mientras en los corrales tiene lugar la ceremonia del sorteo, yo me dirijo a las oficinas a través del callejón. Me detengo un instante a mitad de camino, el espectáculo incomparable de la plaza vacía se abre ante mis ojos. El silencio solemne de sus tendidos, antaño de madera de pinsapo, su ruedo de piedra, bajo cuyo albero, justo delante de la puerta de toriles, están depositadas las cenizas del maestro Ordóñez. Continúo mi camino. Ya en las oficinas, mucho trajín, gente que entra y gente que sale, lío de entradas y de pases de callejón. Me encuentro con Pepe Luis Martín, penúltimo eslabón de los toreros rondeños, antiguo compañero mío de colegio; le cuento lo que me alegro cada vez que paramos en alguna venta o en algún lugar de paso y veo una foto suya.
Acabo mis trámites y parto dirección al “Doña Pepa”, en la plaza del Socorro, donde, como cada año, comemos las cuadrillas. Qué buen ambiente, qué bien nos tratan y, sobre todo, qué bien se come…
Al finalizar, vuelta al “Reina Victoria”, a preparar las cosas y partir luego, con Jesús, el chófer de la cuadrilla, camino del hotel del torero, situado en el “Llano de la Cruz”, a pocos kilómetros de Ronda dirección Sevilla.
Se acerca la hora…
Estado de Alerta: Aute
Hace 4 años
Ramiro,leyendote te metes tanto en cada historia y lugar que describes, que ahora mismo,me ha dado un subidón de calor y eso que estamos a 8 grados,muy bonito Ronda,muy bonita su plaza y muy buena gente.Espero poder vivir muchos años,para contemplar unidas las estatuas de todas las generaciones.
ResponderEliminarRamiro me encanta tu memoria,¿sabes que yo tambien tengo un "chip" en mi cerebro que recuerdo toda mi vida? y alguien, que no me debe querer mucho,me ha comentado que es mi mayor defecto,"que ingenuas y malvadas "resultan a veces las cosas.
FELICIDADES Y CONTINUA CON TUS MARAVILLOSAS NOTICIAS,UN BESAZO.
Hola,me encanta entrar en tu blog, y leer tus vivencias, y como las cuentas, tengo que reconocer que me he enganchado a ellas, describres todo tan bien, que parace que estamos en el lugar descrito y eso que a Ronda sólo he ido una vez hace tiempo,pero me la has hecho recodar como que estuviese alli, y tengo ganas de que la historia siga, pues no se como se puede vivir y sentir una Goyesca y su ambiente, ya que solo he visto reportajes por la tele me imagino que eso solo se pueda sentir estando alli ese dia,pero seguro que tu logras que me lo imagine.
ResponderEliminarUn saludo y besos.
Uff, puedo recordar yo tambien aquél día. Aunque vamos a disfrutar de la feria y de la fiesta, el viernes por la noche siempre procuramos cuidarnos para estar en forma el sábado. El gran día, como tú dices, el de La Goyesca. Recuerdo que coincidimos en el Doña Pepa y os deseamos suerte. Ya se acerca... Un abrazo.
ResponderEliminarAtravés de mi amiga Blanca Ordoñez, empecé hace unas semanas a leer este blog, y tengo que conferar que me he enganchado. Siempre tuve curiosidad por saber como era este mundo "desde dentro", y tu abres una puerta tan interesante y tan clara que emociona. Y siempre tengo ganas de mas. No nos dejes con la miel en los labios. Marta, una afionada. Un beso.
ResponderEliminarAgapito, Muchas gracias por tus palabras (en francés y en inglés). Esto empieza a parecerse la ONU. ja, ja! Me gusta. Sólo una curiosidad: ¿Entiendes también el español o sólo te han gustado las fotos, que, por cierto, no son mías?
ResponderEliminarMalena, espero que ambos lleguemos a ver esas estatuas que dices que "faltan"...
Menenval, la goyesca es una corrida muy especial por muchas razones, entre ellas por la magia que tienen Ronda y su plaza y porque allí se respira historia del toreo en todos los rincones.
Imanol, recuerdo el momento de ese encuentro en la puerta del "Doña Pepa". Por cierto, cuando te dije Jueves, se me olvidó decirtre el de cuál semana! Te debo una...
Marta, Bienvenida, me alegra que te esté gustando la idea de este blog.
A todos, muchas gracias!!!
Saludos y abrazos.