Los escasos mil metros de calle Jerez que separan el hotel Reina Victoria de la plaza de toros, no sólo suponen para mí un paseo por algunas de las páginas más bellas y trascendentales de la tauromaquia, sino también un viaje sentimental al fondo de mi propia historia.
5:00 p.m., en medio de una gran expectación de gente que se ha acercado hasta el hotel para ver antes que nadie a los toreros, los coches de caballos, con damas goyescas y matadores, parten camino de la plaza. Mi colegio, mi calle, el “Poeta Rilke”, el “Callejón del Coca’s” - campito de fútbol de mi infancia, discoteca de mi adolescencia -, “Las Castañuelas”… Imágenes que se suceden ante mis ojos en vuelo directo a lo más profundo del corazón. Pasado y presente de mi vida citados hoy en Ronda. ¿Cómo explicar tantas emociones? ¿Cómo racionalizar los sentimientos?
Seguimos avanzando calle Jerez abajo, dejamos la iglesia de la Merced a un lado y encaramos los últimos 300 metros que nos separan de la plaza. En ellos, concentrados, como si de un tomo del Cossío se tratase, más de dos siglos de tauromaquia: Primero, Pedro Romero en su Alameda; luego, el Niño de la Palma y Antonio Ordóñez… Y como colofón a tanto despliegue de arte: la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Ronda. Sencilla pero solemne, pequeña pero grande. Cal y teja, piedra y albero. “Cuna del toreo a pie”.
Los coches de caballos a duras penas consiguen abrirse paso entre tanta gente. “¡Guapo!”, “¡Suerte maestro!”, “¡Viva la madre que te parió!”, “¡Hoy vas a salir por la puerta grande!”. Gritos, flashes, empujones, histeria, pasión... ¡Qué bonito ser torero en Ronda!
Se abre la puerta de cuadrillas y los carruajes portando a las damas goyescas invaden el ruedo dibujando trayectorias sin sentido aparente sobre la arena. Las jóvenes, ataviadas con madroñeras y abanicos, saludan al compás de la música mientras la gente comenta su belleza en los tendidos. Al cabo de unos minutos, los coches de caballos detienen su marcha junto a toriles para que las damas desciendan y ocupen su lugar detrás de la presidencia.
5:30 p.m. ¡Ha llegado el gran momento! Suenan los clarines y comienza el paseíllo de la quincuagésimo tercera edición de la Tradicional Corrida Goyesca de Ronda. Como mandan los cánones y la antigüedad, Cayetano va en medio escoltado por Manzanares, a su izquierda, y Perera, a su derecha. Todas las miradas puestas sobre el “Armani”: que si en el sol se ve de una manera y en la sombra de otra, que si a mí me parece precioso, pues yo me esperaba otra cosa… y digo yo ¿quién se va a acordar de todo eso cuando salga el toro?
En los tendidos, la “gente guapa” sincroniza el movimiento de sus ojos con el de sus abanicos para no perderse ningún detalle. Por el callejón, corbatas ociosas y corbatas currantes con fondo de pilastras y pies colgando. Y sobre el bicentenario albero, un lienzo en blanco para 3 toreros…
Foto: Miguel López
De izquierda a derecha, parte de nuestra cuadrilla: José Antonio Carretero (banderillero lidiador), Roberto Gómez (ayuda del mozo de espadas), Ramiro Curá (mozo de espadas), Curro Vázquez (torero, maestro y apoderado), Cayetano, José Rus (banderillero lidiador), Fernando Pérez (banderillero tercero) y Ángel Gómez (chófer de Cayetano).
Estado de Alerta: Aute
Hace 4 años