Los hoteles se suelen reservar con mucha antelación, ya que nosotros necesitamos unas 7 habitaciones y es frecuente que las corridas coincidan con fiestas locales de mucha demanda hotelera. En este sentido, las ciudades grandes son menos problemáticas en general; pero en los pueblos pequeños, que habitualmente disponen de poca oferta, si la reserva no se hace con tiempo, el asunto se puede complicar. Y Baza no fue una excepción. Cuando llamé para hacer la reserva, allá por principios de Julio, en el hotel donde suelen parar cuadrillas y toreros me dijeron que estaban completos para esas fechas porque, además de las fiestas, tenían una boda que había bloqueado todo el hotel.
Esto me hizo tener que moverme en busca de otra alternativa. Indagué por Internet y encontré un par de hoteles en el mismo Baza, pequeños y con buena pinta pero ninguno disponía de 7 habitaciones libres. Aunque en el último que llamé me pasaron el dato de uno que parecía interesante. Un poco lejano sí – a unos 20 minutos de Baza – pero tranquilo. Tras analizar los pros y los contras, decidí hacer la reserva allí.
Situado en la zona de los Baños Termales de Zújar, a unos 5 km. del pueblo homónimo, se haya el hotel rural La Alcanacia, que toma su nombre de una antigua fuente situada en los alrededores del pueblo. Sus 18 habitaciones, cada una de ellas decorada de una manera distinta, se disponen en torno a un patio central mezcla de casa andaluza y estancia colonial. Completan el edificio una preciosa sala de lectura, un spa y un comedor desde donde poder saborear deliciosos manjares disfrutando de sus maravillosas vistas del embalse del Negratín a través de sus ventanales.
Sus dueños, Carlos y Gregorio, uno músico y otro actor, uno granadino y otro barcelonés, con una amabilidad y una educación exquisita, me muestran cada rincón del hotel con el orgullo de un padre que habla de su hijo. Llevan tiempo con el proyecto. Poco a poco lo van mejorando, lo van ampliando. Lugar ideal para perderse y desconectar. ¡Ni siquiera hay cobertura!
En lo taurino, la corrida no acabó de servir en general. Como detalle negativo, esa tarde compartíamos cartel con Alejandro Amaya, joven torero mexicano que al día siguiente partía hacia Las Vegas para tomar parte en el primero de los controvertidos festejos que tenía programados el polémico Don Bull. Una cornada muy fea le impidió acabar su actuación y, por desgracia, viajar para América. Me cuentan que su recuperación ha sido buena..
Tras la corrida, con un sabor amargo por el percance, regresamos al hotel. Ducha, cena y partir rumbo a otra ciudad. Al despedirme de Carlos y Gregorio, no puedo evitar hacerles una pregunta que ronda mi curiosidad desde hace unas horas: ¿Cómo dos tipos con esas profesiones – uno músico y otros actor – en la flor de su edad productiva – en torno a los 40 años – lo dejan todo en una gran ciudad para venir a instalarse en un entorno rural, aislado y lejano, para apostar por un proyecto bonito pero que les aleja de sus ocupaciones originales? Se miran y sonríen, noto que no soy el primero que les pregunta lo mismo. “Es que el hotel es sólo una parte de un proyecto a más largo plazo. Nuestra idea es poder llegar a organizar en algún momento un festival musical o quizá cinematográfico…en cualquier caso, un proyecto más ambicioso relacionado con la cultura en este precioso entorno rural. Poquito a poco. Ya veremos”. Mensaje recibido. Me gusta esta gente. Estaremos pendientes…
http://www.alcanacia.com/
Próxima estación: Parla.
Detalle de mi habitación en La Alcanacia.