Viernes, 20 de Mayo de 2011
Las ciudades están hechas de historias que conviven. Historias que se cruzan y se respetan, que se intuyen y se evitan, que se buscan y se rozan, que se ignoran, que se necesitan…en apenas unos pocos kilómetros cuadrados, laten en una sinfonía imperceptible los corazones del ejecutivo con éxito y el suicida indeciso, la recién casada en llamas y el separado que renace, la menopáusica madrugadora y el travesti trasnochado, el negrito de La Farola y el chino de abajo, el político corrupto y el hippy idealista, el niño con patines y la abuela con bastón, el rockero con ojeras y la folklórica en chándal, el entrenador de esquina y el guiri de paso, el opositor en paro y el camello con trabajo…
Hoy tuve que ir al centro a recoger el vestido de Madrid. No estaba listo y tocaba esperar. Mientras en ese piso antiguo y sin escaleras de la calle Aduana seguían cosiendo a contrarreloj ajenos al mundanal ruido, unos metros más abajo un grupo de individuos 2.0 que busca cambiar la historia a golpe de Twitter y eslóganes, protagonizaba la tapa del Washington Post y de los informativos de medio mundo. Tocaba esperar, así que decidí curiosear. Bajé a la calle y caminé por Aduana hasta Montera y allí giré a la izquierda hasta Sol. Atravesé la plaza de norte a sur y de este a oeste abriéndome paso a duras penas entre gentes heterogéneas que iban y venían. Llamadas en varios idiomas a la no pronunciación política a partir de la media noche, guarderías de campaña, insistencia en el no consumo de alcohol y la hidratación con frecuencia, comidas frugales, petición de escobas, de conexiones wifi, …¿Perroflautas o indignados? ¿Activistas o vagos? Que cada uno saque sus propias conclusiones. Miré el reloj y decidí que ya era hora de ir retornando. De camino, me crucé con unos jóvenes que en asamblea improvisada dialogaban sobre cómo autogestionar la basura generada mientras una señora cruzaba la calle cargada de compras y de prisas. Llegué a calle Aduana, alguien seguía cosiendo a contrarreloj. Vibró el teléfono, nuevo mensaje: un torero hispano-polaco nacido en Francia acababa de cortar una oreja en Las Ventas ante 23.000 personas mientras la Junta Electoral Central seguía debatiendo sobre la legalidad o no de las concentraciones ciudadanas. Asambleístas callejeros, señoras con bolsas, sastres a contrarreloj, toreros que triunfan y togados que debaten…historias que se cruzan, historias que se ignoran, historias paralelas que suceden cada día y que conviven sin devorarse. Por eso me gusta Madrid, por eso me gustan las ciudades.
“¡Ya lo tienes!”. Recogí el vestido y me marché al campo.
En una habitación cercana, alguien cose ajeno a lo que sucede a tan sólo unos metros de allí y que es portada del Washington Post y centro de atención de medio mundo.
Plaza Sol-ución
Sol, kilómetro 0 del interés informativo estos días.
Estado de Alerta: Aute
Hace 4 años