lunes, 28 de junio de 2010

De aeropuertos, peceras y ciudades nevadas

Lunes, 11 de Enero de 2010

Salir de Colombia a través del aeropuerto de Bogotá, puede llegar a convertirse en toda una odisea tortuosa e interminable. Hoy lunes, a primera hora de la tarde, aterrizamos aquí en un avión de hélice que 50 minutos antes había despegado de Manizales. Fuimos a comer a un restaurante italiano de la céntrica zona comercial y de ocio de “la T” capitalina y, a eso de media tarde, regresamos al aeropuerto preparados psicológicamente para afrontar el via crucis policíaco-burocrático-aduanero de plastificado de maletas, facturación, exceso de equipaje…y, como no, innumerables controles que, ya sabíamos por experiencia, nos quedaba por pasar.

Dos escáneres, una apertura de maletas y tres perros más tarde, nos encontramos sentados en una claustrofóbica y acristalada sala de espera – cada vuelo tiene la suya propia con su enésimo y particular control -, en la que, hasta el aire, casi estático, parece tener restricciones para circular.

Los retrasos son largos y la paciencia muy corta. Me levanto de la silla y recorro, como un autómata, los escasos cinco metros que me separan del ventanal que da a la pista. Luego, doy media vuelta, “nado” el camino inverso y pego la nariz al grueso cristal que mantiene aislado nuestro hermético mundo inmóvil del pasillo central de la zona de embarque del aeropuerto. A través de él, me llega la imagen muda de gente con prisas arrastrando pintorescas maletas. Me aburro y mi mente divaga…una preciosa sirena de ojos rasgados y tez oscura, pasa junto a mí moviendo sensualmente la cola mientras un huraño pulpo de mirada lasciva la observa abrazado a una bolsa del duty free. Por mi boca comienzan a escaparse burbujas que huyen hacia arriba avivadas por el aleteo brusco de mis brazos…definitivamente, me siento como pez en pecera.

Los minutos pasan lentos. En un momento determinado, una esbelta señorita de uniforme raído y "coletear" cansino, se "zambulle" en el acuario y se dirige hacia la puerta de embarque generando gran expectación. Toma el micrófono, comprueba que funcione correctamente, nos informa del ya obvio retraso y, en una cuarta forma de control más selectiva, va llamando a pasajeros individualizados para que, previa colocación de un chaleco amarillo, bajen a pie de pista a abrir alguna de sus maletas – esto deja inservible el plastificado pagado anteriormente – porque un celoso perro policía se ha “excitado” al refregar su hocico por ellas. Y aunque uno, con un esportón cargado de capotes y muletas, ya tiene asumido que, antes o después, terminará poniéndose el consabido chaleco, no puede evitar que un ligero cosquilleo nervioso recorra todo su “escamado” cuerpo al oír su nombre y tener que perderse, escaleras abajo, por un solitario y frío túnel, acompañado por el funcionario de turno… ¿qué sabe nadie por qué manos habrá pasado el equipaje desde que lo facturamos, hora y media antes, hasta ahora?...

Es casi media noche cuando el vuelo de Avianca con destino final Madrid despega, por fin, del aeropuerto de Bogotá. Mañana, a eso de las 8 am hora española, estaremos aterrizando en Barajas. Nos aconsejan que llevemos preparados los abrigos. Hace tan sólo una semana nos despidió una ciudad engalanada de luces. Se apagó la navidad, volvió la nieve. La Castellana blanca…estamos deseando verla.


El avión de hélice de Avianca que nos trajo de Manizales a Bogotá, justo después de aterrizar.
Cartel en el aeropuerto de Bogotá con retratos de algunos de los secuestrados por la guerrilla más veteranos. Al pie de cada foto, un número con los años de secuestro.

8 comentarios:

  1. PUES DALE GRACIAS A DIOS QUE TU NO ESTAS EN EL PÓSTER, Y BIEN VENIDO A CASA.

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  2. Pero que entretenidos estuvisteis, con todos esos controles,, eh!!!, lo del exceso de equipaje, ¡¡qué raro!! jajaja...
    Ya veo que os gusta mucho la comida italiana.
    Besos.

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  3. simplemente espectacular tu relato... me has dejado con la boca abierta! EM

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  4. Te cuento que yo entro y salgo de todos los paises descalza!!! en todos sitios me terminan por quitar los zapatos....jajajajaja menos en mi España de mi alma que entro calzadita y sonriente por muy bien que me lo pase fuera, que gusto da llegara tu casa con tu gente, tus olores, tus sabores.....
    Besitos niño

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  5. Chicos ya podéis llevar los pies siempre limpitos y a los que les suden, como para meter bicarbonato, con lo especial que soy para mi equipaje como para que me husmeen la maleta.
    UN BESAZO

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  6. Que duro debe de ser para sus familiares sin saber nada de ellos.
    ya le disteis trabajo con tantas maletas.

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  7. Moli, espero no verme nunca "anunciado" en esos carteles, jaja!

    Menenval, más que entretenidos...matando el tiempo. Comida italiana...sí que nos gusta...Hay que ver en qué detalles te fijas, jeje!

    Ana, EM, muchas gracias!!

    Carol, cuando llevas un tiempo fuera...hogar, dulce hogar ;-)

    Malena, siempre hay que llevarlos limpios...por si acaso ;-)

    C7, la incertidumbre, sobre todo en ese tipo de países, se hace larga.

    Muchas gracias a todos por estar ahí!! besos y abrazos!!

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