viernes, 11 de mayo de 2018

Baeza O El Segundo Indulto


Baeza, 5 de Mayo de 2018


A toda esa afición que no devolvió su entrada y salió de la plaza empapada pero toreando...

La suerte gusta de jugar al despiste, de apretarte pero no ahogar, de señalarte caminos errados para luego ponerte, en el último cruce del destino, al duende haciendo autoestop. 

Y uno, entonces, se siente orgulloso no sólo de su torero, de su cuadrilla, de ciertos compañeros, sino también de ese público, de esos aficionados que, a pesar de las circunstancias, decidieron no devolver su entrada, plantarse bajo un diluvio en el tendido y jugarse su dinero, en estos malos tiempos para la lírica, a la carta de las musas y el azar.

Esta es la historia de lo que fueron o pudieron ser 24 horas de Mayo en un pueblo del Renacimiento andaluz.

Viernes,19 hs. El cochecuadrilla parte de Madrid y se dirige rumbo a Baeza por la A 4. Alguien lee en internet que Manzanares se cae de ese cartel de “campanillas” formado por Manzanares, Talavante y Cayetano con un rejoneador por delante.

Viernes, 22 hs. Mientras cenamos en El Pájaro, empresa y apoderados buscan sustituto a Jose Mari sin llegar a ponerse de acuerdo. Cayetano llega a sugerir un mano a mano con Talavante pero los distintos intereses no lo ven.

Viernes, 23:30 hs. Nos vamos a la cama sin que haya fumata blanca.

Sábado, 00.00 hs. La cuadrilla de Talavante, que ya se encontraba en Baeza en el hotel Campos de Baeza, recibe una llamada informándoles de que hay que regresar a casa.

Sábado 3.00 hs. Curro Vázquez, apoderado de Cayetano, recibe una llamada en la que le informan de ese nuevo cambio  – se cae Talavante – y de que definitivamente, con las dos variantes, el nuevo cartel queda conformado por Curro Díaz, Cayetano y Ginés Marín con el rejoneador Leonardo Hernández por delante.

Sábado 9:30 hs. Nuestra cuadrilla se desayuna con las nuevas novedades.

Sábado 12.00 hs. El nerviosismo, el desánimo y el desconcierto, se hacen patentes a la hora del sorteo entre todos aquellos que llevan meses trabajando y promocionando este evento. El doble cambio y los pronósticos de lluvia provocan algunas devoluciones y frenan el tirón de la taquilla.

Sábado, 17:30 hs. Hora de vestirse. Desde su habitación del hotel Puerta de la Luna, Cayetano, que ha pasado toda la noche medicado con fiebre, realiza una llamada que busca ser tranquilizadora a las autoridades. “Esta tarde saldremos a dar lo mejor de nosotros.”

18.00 hs. El paseíllo comienza con cierto retraso en medio de un diluvio.





18:15 hs. El caballo de Leonardo resbala en el barro y el rejoneador cae al suelo luxándose el hombro. Pasa a la enfermería mientras Curro Díaz pasaporta su toro. Debajo de las gradas y los pasillos no cabe más gente esperando que la lluvia amaine.



18:30 hs. Debe salir el primer toro “de a pie”. El piso de la plaza está absolutamente impracticable y las previsiones son de que continúe lloviendo al menos una hora más. Los toreros hablan entre ellos. La razón aconseja suspender por una simple cuestión de seguridad. La gente continúa sin marcharse. El torero del cartel original quiere culminar su compromiso con la ciudad y con esa afición que no devolvió las entradas y aguanta estoicamente bajo la lluvia. Los toreros “nuevos” quieren justificar su inclusión in extremis.



Las zapatillas de tacos preparadas, todas las muletas disponibles montadas – en días de tanta lluvia y tanto barro hay que estar cambiando de trastos cada dos o tres tandas por el peso que van sumando –, los plásticos extendidos sobre toda la logística y los clarines que anuncian la continuación del festejo.

A partir de ahí, 6 toros que embisten, 3 toreros que engrandecen su profesión, un público que se merece que no lo defrauden y ese segundo indulto de Cayetano  el anterior fue en el León – al ritmo de  la “Concha Flamenca” que quedará ya para siempre grabado en su historia personal y en la de Baeza.

Imagen: ReYMa





La suerte gusta de jugar al despiste, de apretarte pero no ahogar, de señalarte caminos errados para luego ponerte, en el último cruce del destino, al duende haciendo autoestop.




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