jueves, 26 de abril de 2018

Tentadero en El Torreón

Surgió de la sombra de una encina en medio de la tarde extremeña. Cercano y afable  desde el primer momento. Ajeno a cualquier protocolo. Cálido. La piel tersa a pesar de la edad. La cadencia de su habla delatando un deje de ultramar.


Nos condujo hasta la plaza de tientas y, durante el tentadero, permaneció a mi lado mientras yo grababa. “A ésta hay que darle más distancia”. “Yo la pondría más cerca del caballo". “Demanda un toreo en línea”

Didáctico sin caer en la pedantería. Conversando casi en susurro para no molestar. Atento en todo momento al comportamiento de las vacas. “El toreo está en las palmas”. “Los dos brazos deben ir siempre a la misma altura”…¿Sabes que la primera vez que me puse delante de un animal fue directamente de un toro de 450 kilos?”. “Me hubiera encantado ser torero pero éramos muchos en casa y había que ayudar.”

Tentadero en El Torreón

Sale la última vaca  y don Gonzalo sigue desgranándome su vida mientras yo grabo y permanezco atento a mi matador.  “Tuve que ponerme a trabajar muy pronto de albañil, a los 8 años. No pude dedicarle tiempo al toro aunque me divertía toreando de salón.” “Mi infancia y mi vida no han sido fáciles”, concluye con una sonrisa a medias que camufla una mirada involuntariamente abanta del ruedo por unos segundos.


Su hijo sigue dirigiendo el tentadero desde una ventana. Su hijo, ése mismo que un año abrió 4 veces la puerta grande de Las Ventas. Ése al que una tarde Madrid le cambió la vida cuando lo erigió “su césar”.

César Rincón y Curro Vázquez, dos "toreros de Madrid"

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