Cieza, 24 de
Agosto de 2016
Suena la ducha a
mis espaldas mientras yo miro a través de la ventana. El mismo ritual de tantas
tardes. La capilla sobre una mesa a mi derecha. La silla montada con un azul y
oro a mi izquierda. Hace mucho calor
fuera para salir al balcón pero me gusta esperar contemplando el paisaje tan
distinto de cada tarde.
¿Cuántas veces
se habrá repetido esta misma escena en estos años? ¿En cuántos lugares
distintos? Podría enumerar los países – España, Francia, Venezuela, Colombia,
Perú, Ecuador , México – pero no las ciudades, ni los hoteles.
Hace unos días,
en Pontevedra, sabía que estábamos en el mismo hotel de hacía diez años pero
era incapaz de recodar su lobby ni sus pasillos. Otros, en cambio, se quedan
grabados a fuego, por una tarde memorable, por una anécdota que uno creía sin
importancia, por una conversación…
La ducha sigue
sonando a mis espaldas y yo sigo mirando a través de la ventana. Tampoco podría
recordar a la poca gente que ha pasado por la habitación en momentos así
pero sí alguna tarde como la que, mientras lo vestía, le tocaba por soleares Emilio Caracafé en
Ronda o alguna en el campo con Adrien Brody, empapándose de todo para su papel
en Manolete. O la tarde en El Puerto que
pasó Jaime de Marichalar o Agustín Díaz Yánez o Juan Luis Cano (Gomaespuma).
Hay días en que
es imposible asomarse abiertamente y me limito a husmear tras la persiana a
hurtadillas; porque es un pueblo y una calle estrecha y la gente se amontona
debajo pendiente de la “ventana del torero”. Otras, en cambio, estamos en medio
de la nada y la inmensidad campestre que se abre ante nosotros invita a mirarla
y nos transmite su serenidad ajena a lo que va a acontecer en la plaza unos
minutos después. A veces hay una playa y los turistas retozan al sol o toman
una cerveza sin saber si quiera que, a tan sólo unos metros, alguien se va a
vestir de luces.
En unos
minutos, el torero estará a mi lado y,
tal vez, mientras yo me inclino para atarle los machos, él estará observando,
de pie, lo mismo que ahora miro yo.
En una
habitación cercana se hospeda Perera y seguramente esté sucediendo algo parecido en
ella.
Yo sigo
esperando y contemplando el paisaje de cielo puro y huerta murciana que nos
tocó hoy mientras, a mis espaldas, un torero sigue en la ducha…