Vejer
de la Frontera, 12 de Abril de 2017
En
este rinconcito que ahora tengo ante mis ojos, con su encina, su pared encalada
y su boca de entrada al burladero, monté mi primera muleta.
Núñez del Cuvillo. Imagen: Ramiro Curá |
Era
Diciembre de 2004 y, Cayetano, después de ofrecerme ir con él de mozo de
espadas, me había sugerido que pasara unos días con él en el campo de Espartaco,
donde estaba instalado, antes de decidirme.
Una
tarde, fuimos desde allí a Núñez del Cuvillo. Recuerdo que en la habitación
donde debía cambiarse, estaba Salvador Vega. Y a mí me sorprendió
la naturalidad con que aquella figura del toreo, que yo había visto siempre en
la solemnidad de una plaza, se desvestía
para ponerse la ropa de corto delante de un extraño como yo. Luego, con el
tiempo, he ido comprendiendo ciertos códigos entre mozos de espadas y toreros que
hacen de aquello algo muy usual.
Núñez del Cuvillo. Imagen: Ramiro Curá |
No
recuerdo cuántas vacas echaron ni si Cayetano, que todavía no había debutado en
público, estuvo bien o no. Pero sí la responsabilidad que sentí al montar
aquella primera muleta y pensar, ingenuamente, que la seguridad de aquel torero
en formación, dependía, en parte, de que aquel estaquillador estuviera bien
sujeto con su alcayata a un trozo de franela roja.